No me mires a mí, te lo estoy preguntando yo a ti.
Hay una fecha que recuerdo muy bien: Un 20 de octubre del 2017, pasé a formar cola en la línea de desempleados.
Lo tenía todo planeado: iba a ser seleccionada en una empresa minera a la que había aplicado recientemente, con lo que el desempleo iba a pasar por mi vida en letras chicas. Una etapa transitoria, y aunque breve: ¡Refrescante!
¿He dicho breve? Pues sí, eso creía. ¿Lo fue? En lo absoluto.
Han transcurrido más de seis meses de carecer de trabajo remunerado, periodo interrumpido nada más y nada menos que por lo siguiente:
¡Me contrataron! Mañana comienzo un nuevo reto profesional.
Verán, en ” ‘Crisis laboral’ a los 20 y muchos: relatado por una millennial “ trato de abordar mi experiencia desde esa esquina de quien aprendió. Pero quien aprendió, alguna vez anduvo perdid@. Ese relato hizo tácita la desesperación y frustración que me acompañó—sin invitación— por varios meses.
Para muestra un botón, o ¿Qué tal dos? :
- Envíos de CV —frenética y compulsivamente—por LinkedIn, por la bolsa de trabajo de la universidad; a través de amigos, por medio de reclutadores. You name it.
Y aquí viene esa experiencia que me gusta comparar con esa cita a ciegas que acordaste con alguien — que te ve y fuga. Sólo me gusta porque jamás tuve una, y sólo he visto que suceda en series gringas.
Lo que sí tuve, fueron rechazos de dos tipos: de quienes me llamaron; y de aquellos que ni se molestaron.
Me preparé para muchas entrevistas, y en casi todas tuve la “suerte” de llegar a la última etapa. ¡Ya estoy, ya! —me decía el ego. Aguanta, no me seleccionaron.
Primero pensé que no había nada más frustrante que no me concedan una entrevista, o una primera llamada. Luego lo prefería a tener que ser igualmente rechazada por quien sí se daba el tiempo de conocer mis aptitudes, y que tampoco seleccionaba. Onomatopeya: “¡Auch!”. - Hola, ¿Qué tal?
Soy el chico de las poesías¿Cuál es tu nombre? ¿A QUÉ TE DEDICAS? Nuevamente: ¡Auch!
¿Cómo se aborda esa pregunta con decoro, y sin esa sensación de sentirte “en carne viva”? Esta persona sólo quiere conocerme, y yo —juez y parte—me azotaba por dentro.
Siempre fui chiquita. Pero ahora era diferente: Me sentía chiquita también.
Y mientras sucede todo esto, un@ tiene que seguir el show y mantener la careta. Hay que entrar a cada entrevista con confianza y ser el embodiment de un zapato bien lustrado.
Es de locos pensar que YO me sentiría tan mal. Me explico: nunca tuve la impresión de sentirme definida por el trabajo. Nunca lo puse de prioridad number one. Estuvo servido en mi vida en cantidad de “ni lo mas” “ni lo menos”. O en términos más usados: de forma balanceada.
Pero dato curioso: llegó el desempleo y me quedé sin piso. Empecé a definirme a mí misma por la chamba.. que NO tenía. Me reduje a nada más que eso, a una carencia de vigencia incierta.
Hasta que me contraté a mí misma. No pude ofrecerme más que cero beneficios económicos cuando empecé ‘Minimalente’, pero me sentí productiva nuevamente.
Y era eso lo que necesitaba. Es como cuando sientes que tienes hambre pero en realidad tienes sed. No era el desempleo en sí mismo, era esa sensación de no producir nada cuando más tiempo tenía para hacerlo.
Tomé la decisión de escuchar a alguien que me decía: “Intenta nomás, sigue… que algo va a salir”.
Y seguí. Seguí y algo salió. Seguí mandando mi CV compulsivamente y aprendí a crear mi página web solita —con muchos reveces y renegadas aliviadas por Udemy.
Busqué el diseño que quería para mi blog, lo construí, escribí de forma pública y me tomé fotos— en la calle y con mi futuro esposo ‘en cuatro’, intentando sacar mi mejor ángulo pese a mis limitaciones de no saber posar y a mis dientes de lata.
Me tragué la vergüenza y empecé algo totalmente nuevo.
Quizás para algunos, este proyecto— con apenas 15 suscriptores— esté lejos de ser un éxito. Pero yo lo cuento entre mis más atesorados logros.
Es un pequeño reminder de las cosas que puedo lograr desde cero—sin habilidades en la materia— y de mi versatilidad como persona. Es un post it virtual que me recuerda que incluso en mis peores momentos, soy capaz de hacer y de crear. De no quedarme quieta, de ser curiosa y ser perseverante— dos de las cosas que antes no hubiera dicho de mí misma pero que ahora menciono en mis entrevistas de trabajo.
El trabajo empodera. Y así, pasé de tener cero, a tener más que sólo uno.
Ahora planeo casarme, mudarme y trabajar—en mi chamba, en mi matrimonio; y en Minimalente. ¿Podré? Mi gut me dice que sí. Quizás me equivoque, pero lo haré intentando.
Mientras tanto, ¿Tú que esperas? Hay tanta gente cambiando el mundo allá afuera, que cambiar nuestras vidas suena millones de veces más sencillo. Y ¡Quién sabe! Quizás seas quien logre ambos.
Salud por esos planes que quieres hacer, y que vas a hacer.
Mientras tanto, Minimalente se va a dormir. Mañana batalla con el tráfico limeño a nada menos que en hora punta.
Valeria says
I love it, algo tan común (también lo pasé senti y *creo haberlo superado)…. pero bueno siempre es bueno recordarlo …. ok no a todos les sucede.. pero es común… pensando seriamente en hacer catarsis personal
Estefania Campoblanco says
jajaja muchas gracias!! Es más común pasar por eso que no pasar por eso pensaría! De todos modos es una experiencia de la cual aprender y una muy importante! Es importante aprender a manejarnos en la incertidumbre, sobretodo en estos tiempos y entender que es una etapa por la que muchos pasamos y que no debería darnos verguenza.