Ayuda: DEBO dejar de comprar blazers en Zara.
¿Alguien más ve su sueldo comprometido por sus ganas necias de sumar una iteración más de la misma prenda en su clóset? Si es así, ve en mí una mano amiga.
Yo solía ser esa pelele que compraba una y otra vez más ese blazer negro en Zara. Puedo culpar a sus espejitos estilizadores—Zara i see you what u did there—pero mi pobre manejo financiero no se salva (¿Para eso estudias Economía?).
Sea cual fuera la razón, puedo decir que estas compras repetitivas ya no me perjudican tanto— énfasis en “tanto”. No soy inmune a ellas, pero digamos que hoy por hoy sólo presentan una “amenaza” para mí.
¿Qué me quedaba? Solo se me ocurre el comprar una prenda y devolverla antes de los 20 días, algo que también hacía y que justificaba con la señorita de la caja, como si a ella le importaran mis razones mentiras. ¡Pero ya no estamos para esas pues! Los años van sumando cuentas y responsabilidades (malditas vísperas casi ‘treintañeras’).
En un intervalo de años pequeñísimo, tenemos que pensar y—para pesar de tod@s— pagar la maestría, el depa, las compras de subsistencia; y demás bullets dentro de la larga lista de este nuevo capitulo: “La independencia económica”.
¿A quién le queda sencillo para la tela cuando las visitas a “Crate & Barrel” y “Sodimac” se hacen cotidianas? Yo sé que a mí no…
Así que a esta miniatura de mujer, no le ha quedado más remedio que adiestrar su ‘shopaholismo’.
He aprendido POR FIN a asignar mejor mi nada holgado presupuesto. Te cuento cómo lo puedes hacer tú también:
1) Aprende a diferenciar entre una prenda atemporal y una de tendencia.
Las prendas atemporales son aquellas que se usan hoy, mañana y siempre; considerando que variables como tus medidas, la calidad de la prenda y tu colaboración para leer las instrucciones de lavado y planchado—para su correcta preservación— se mantienen en el tiempo. O como diríamos los economistas: ‘ceteris paribus‘.
Un ejemplo de prenda atemporal es un buen abrigo de color camel largo, una casaca de cuero negra o unos jeans clásicos sin rasgado, huecos o desteñidos. Vale la pena invertir un poco más de dinero en este tipo de prendas—las atemporales. Deben tener buen fit (quedarte bien), ser de buena calidad y satisfacerte del todo. No inviertas dinero en estas prendas si no te encantan, si no te quedan bien/tienen buen fit o solo por cumplir con tu checklist de básicos.
Yo sigo en la búsqueda de un abrigo camel, ese que me encante y no me aburra de aquí al mes que viene—y por ende me incite a ir en búsqueda de uno nuevo.
¿Un ejemplo de prenda en tendencia? Sin necesidad de retroceder mucho en el tiempo: los jeans (y/o absolutamente todo) con estampados de flores, las prendas de tela velvet, o los pantalones que imitan el look de buzo, esos con una franja blanca o roja lateral.
No soy ajena a caer en la tentación de comprar piezas momentum de vez en mes, pero hay que tener cuidado con la magnitud del despilfarro.
No conviene gastar mucho en una prenda de tendencia, ni en más de una versión o color. La tendencia pasa, pero lo que gastaste en ella y la prenda se quedan en tu clóset. Mucho cuidado con esos botines blancos de cuero, o la tendencia retro.
Tomándolo personal: no necesitas más jeans o pantalones acampanados Estefanía, relájate.
2) ¡No seas impulsiva!
Esta sí que cuesta. Especialmente porque “Toda escoba nueva siempre barre bien”. A veces el solo hecho de ser nuevo, nos enamora de más. Pero date un tiempo para pensarlo, sobretodo si la pieza está muy cara, es de tendencia y/o no es muy combinable en tu clóset.
Me ha pasado que he invertido en una prenda por la satisfacción de tener algo nuevo, y a la semana veo algo que a) me encanta de verdad, b) realmente necesito, c) suma más con lo que ya tengo en el clóset. Enseguida lamento esa compra hecha de forma impulsiva.
¿Cuantas veces más puedo decir clóset sin sentir la necesidad de decir armario por el simple hecho de variar? A veces sucede lo mismo con el shopaholismo.
3) Last but not least: Es vitalmente necesario adiestrarnos en la habilidad del camaleón.
O puesto más claro: averiguarle el uso multipropósito a nuestras prendas, sacarles el jugo.
A continuación, les muestro lo que probablemente te viene a la mente cuando piensas en un polo básico blanco (con un twist): look cómodo, de diario y no precisamente “elegante” o “put together“:
¿Y si te cuento que un pantalón de vestir, unos ‘kitten heels’ y un pañuelo lo transforman fácilmente en un look corporativo?
Súmale un blazer…
Yo no tengo prendas pensadas únicamente para la oficina, o de diario. No guardo una real separación entre lo que uso de lunes a viernes para el trabajo, y lo que me pongo los fines de semana—porque soy desordenada, porque los adecuo según la ocasión y porque no tengo el presupuesto para hacerlo de otra manera.
3) ¿Cena con el novio o reunión familiar? ¿Ese punto gris entre parecer arreglada sin haber intentado tanto? ¿Calle pero elegante? Ahí va:
No nos agotemos—ni agotemos nuestra billetera— corriendo atrás de la ultima prenda en tendencia. Trabajemos con lo que tenemos y vayamos adicionando piezas claves que complementen esas prendas que nos gustaron lo suficiente como para comprarlas cuando lo hicimos. Gastemos inteligentemente y construyamos un clóset de calidad.
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